48 JOSUÉ OMAR SUÁREZ ORTIZ posibilidades también representa un gran riesgo de diversas psicopatologías (Arnett et al., 2011). Este grupo etario padece más trastornos psiquiátricos que otros; los más prevalentes son la ansiedad, las variaciones en el estado de ánimo, el uso de sustancias y los trastornos del control de impulsos y por estrés postraumático, los cuales, aunados al riesgo de suicidio, las autolesiones y otras formas de violencia, representan una de las caras más preocupantes de la juventud (United Nations Department of Economic and Social Affairs, 2004). Adicionalmente, los jóvenes son especialmente reacios a buscar ayuda cuando padecen trastornos mentales. Se estima que apenas un tercio de las personas que han manifestado síntomas de ansiedad o depresión busca ayuda, siendo los varones quienes menos lo hacen y quienes presentan una mayor tasa de suicidio. Las conductas autolesivas y la ideación suicida son factores que dificultan aún más la búsqueda de apoyo, pues incrementan el aislamiento social, el deseo de mantener la angustia para sí mismo y la creencia de que la ayuda puede no ser útil (Gulliver et al., 2010; Michelmore y Hindley, 2012; Rickwood et al., 2007). Lo anterior sugiere que el tratamiento de los trastornos mentales en los jóvenes requiere conocer y atender sus necesidades específicas. Su identificación temprana y su atención oportuna pueden asegurar el desarrollo personal, profesional y el establecimiento de relaciones significativas, pues la resolución exitosa de esta etapa sienta la base de la trayectoria que se ha de seguir durante la adultez (Davey y McGorry, 2018). Conductas y factores asociados al suicidio en jóvenes Determinar la etiología del acto suicida es complicado. Las causas que conducen a una persona a atentar contra su vida son diversas. La prevalencia de factores ambientales, personales y biológicos en jóvenes con conductas suicidas es poco clara, ya que no siempre se reportan en la población no institucionalizada; por ejemplo, la ideación, intentos y factores relacionados suelen registrarse solo si el paciente busca ayuda, a diferencia del suicidio, cuya ocurrencia suele recopilarse de manera rutinaria (Borges et al., 2010). En este sentido, es importante conocer aquellas conductas asociadas que suelen preceder a la muerte por suicidio, ya que pueden ser de utilidad para determinar el riesgo potencial de un paciente y favorecer un tratamiento oportuno.
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