Pensamiento suicida

100 SANDRA MIRELYVÁZQUEZ MANDUJANO de enfermedades como el vih que para la investigación y prevención del suicidio, aunque las estadísticas han mostrado que la cantidad de muertes por suicidio supera al de muertes por vih. Sin restarle importancia a la epidemia de vih, lo más recomendable sería atenderla sin descuidar otras enfermedades y trastornos, tanto físicos como mentales, que son igualmente relevantes y que no están aislados unos de otros. En el contexto actual, desde el surgimiento de la covid-19 la demanda de servicios psicológicos se ha acrecentado debido a las secuelas producidas por el aislamiento y el distanciamiento social, por el trabajo en casa y por la misma enfermedad (oms 2020). Se estima que en años posteriores, las necesidades de atención psicológica se multiplicarán, por lo que se requiere trabajar en el desarrollo de intervenciones y protocolos en los servicios de atención psicológica para hacer frente a los efectos que la pandemia provocará a largo plazo (Campos et al., 2021; Ramírez et al., 2020). Uno de los temas que se encuentra en la lista de prioridades de atención es el suicidio. La Organización Panamericana de la Salud ha advertido que la covid-19 puede exacerbar los factores de riesgo (ops, 2020; Salazar y Romero, 2021), y aunque no se tiene suficiente información, existen documentos en los que se reporta que la población más afectada es la dedicada a los servicios de salud (Cantor et al., 2021). Incluso antes de la pandemia, el suicidio ya era considerado un problema mundial, y actualmente requiere una atención inmediata en distintos niveles, tales como prevención, intervención y posvención, a la par del trabajo interdisciplinario que garantice un mejor pronóstico. En México, por ejemplo, se han reforzado diversos programas de atención mental, a distancia o presenciales (Gaceta Facultad de Medicina, 2020), que pretenden atender las crisis y prevenir intentos suicidas que se agudizan como consecuencia del confinamiento, el miedo al contagio propio o de familiares y la sobrecarga de trabajo, entre otros. No obstante, y proyectándose a largo plazo, la psicología tiene una gran área de oportunidad, pues se espera que en los próximos años más personas demanden servicios de salud mental en relación con trastornos como la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático y, por supuesto, el suicidio (Ramírez, et al., 2020). Al respecto, Benítez (2021) señala que, aunque parezca prematuro afirmar la influencia de la pandemia sobre el suicidio, con los recursos que actualmente contamos y con base en los casos registrados sí podemos visualizar cómo este panorama coadyuva a la aparición de ideación, planeación e instrumentalización del suicidio.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTI3NTM=