32 Centro de apoyo y orientación para estudiantes CAOPE Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida, 2019). Desde abril de 2007 hasta el 31 de marzo de 2019, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (SEDESA, 2019) registró un total de 209,353 casos acumulados de abortos legales, la mayor proporción (52%) corresponde a mujeres de 15 a 24 años de edad. Para disminuir el riesgo de tener estos problemas que afectan la salud sexual de los jóvenes, se han llevado a cabo diversas estrategias que incluyen informar a la gente sobre dichos problemas, fomentar re- laciones sexuales con una sola pareja, practicar sexo seguro (masturbación, caricias, besos), postergar los encuentros sexuales, fomentar la práctica de la abstinencia sexual y emplear condones u otros métodos anticonceptivos (Bárcena y Robles, 2010; Bárcena, Robles y Díaz-Loving, 2012; Martínez, Villaseñor y Celis, 2002; Pérez, 2013; Robles et al., 2012; Torres, Walker, Gutiérrez, & Bertozzi, 2006). En personas que tienen una vida sexual activa, el uso consistente del preservativo ha si- do la conducta sexual que mayor atención ha recibido en la investigación encaminada a prevenir los problemas de salud sexual antes referidos (Bárcena, Rendón y Robles, 2011), porque es justamente el único método que, usado siempre y de manera correcta, disminuye el riesgo de adquirir alguna ITS. Tratar de explicar cuáles son los factores que hacen más probable que una persona use el condón al tener relaciones sexuales es un objetivo que se han planteado distintos modelos y teorías de cambio conductual (Noar, 2007). Entre los modelos psicológicos que han generado mayor investigación en el campo de la salud sexual destaca el de Información, Motivación y Conducta (IMB, por sus siglas en Inglés) propuesto por J. Fisher y W. Fisher (1992), en el cual se plantea que para que una persona sea capaz de involucrarse en conductas que previenen, por ejemplo, la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, tiene que poseer información relevante relacionada con la transmisión y prevención de este virus y estar fuertemente motivada para iniciar y mantener dichas conductas, pero además, necesita contar con habilidades conductuales específicas que le permitan involucrarse en comportamientos preventivos. Este modelo ha sido uno de los más utilizados para diseñar programas de intervención dirigidos al cambio de conductas sexuales de riesgo a preventivas (Crosby et al., 2008; J. Fisher, W. Fisher, Bryan, & Misovich, 2002; Robles y Díaz-Loving, 2011).
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